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jueves, 2 de noviembre de 2017

Patriarcado con piel de Feminismo

La feminista radical Kate Millet, en su libro Política sexual, indica que patriarcado es el sistema de dominación donde se asientan las demás opresiones: raza, clase, etc. No podemos tener una verdadera revolución si no lo destruimos.
El patriarcado es politica sexual, es la dominacion del colectivo masculino sobre el colectivo femenino.
Sociedades como las de Arabia Saudí o Afganistan, son patriarcados de coerción, y, en casos como España, tenemos un patriarcado del consentimiento, los sistemas patriarcales se basan en coerción y consentimiento, ambas expresiones conviven en el mundo.
Así, por ejemplo: en un patriarcado coercitivo, una mujer condenada por crímenes contra el honor es lapidada o castigada físicamente, una mujer violada por un hombre, recibe una violencia fisica y psicológica que esta abalada por el Estado y sus leyes…
En otros países, como España, donde las leyes condenan la violación de una mujer y pensamos que estamos en un sistema igualitario… Pero, las mujeres violadas suelen ser juzgadas socialmente y responsabilizadas de las agresiones, tanto, que la mayor parte de las mujeres agredidas ni siquiera se atreven a denunciar, y para las que denuncian, la mayoría de las condenas son nulas y muy pocos condenados van a prisión.
Los sistemas patriarcales de consentimiento siguen usando las estrategias coercitivas, una violacion es una herramienta social, limita la calidad de vida de las mujeres como ciudadanas que no pueden transitar con libertad, nos limita de nuevo al hogar, a lo doméstico, a depender del varón para nuestra propia seguridad. Al mismo tiempo, es la manera de conseguir que las mujeres accedan a la prostitución por consentimiento, las mujeres que ejercen o han ejercido la prostitucion han sufrido violaciones en su infancia o adolescencia.
La brecha salarial o el techo de cristal, son estrategias coercitivas en los patriarcados de consentimiento, salarios más bajos o trabajos menos prestigiosos, las obligan a seguir subordinadas al matrimonio, dejándolas vulnerables a sufrir violencia de género al generarse dependencia económica.
A estos últimos, podemos definirlos como expresiones de politicas neomachistas o patriarcados de consentimiento, los que no dejan de ser sistemas patriarcales aunque utilizan estrategias más sutiles para conservar el poder de los hombres sobre a las mujeres.

La segunda ola consiguió logros importantes para las mujeres en todo el mundo, no solo por sus análisis sobre el sistema de opresión patriarcal, sino por las propuestas respecto a como debíamos confrontarlos.
Por ejemplo, las ideas respecto a que el género es la base del patriarcado y/o una de herramientas centrales.
Sin embargo, en la actualidad vivimos un resurgimiento del género, donde las mujeres en aparente igualdad son sometidas a traves de los roles de género:
"El colectivo femenino exhibe características psicológicas propias de las minorías discriminadas. La interiorización de los valores patriarcales impide la autoestima ya que las mujeres se menosprecian y subestiman a las demás. Como los miembros de otros grupos oprimidos, las que han tenido éxito y han destacado en el terreno profesional o artístico, suelen declararse "femeninas", entendiendo por ello "antifeministas", para subrayar su aceptación del orden patriarcal. De esta manera, se transforman en útiles coartadas del patriarcado para negar la discriminación de género" (Politica sexual, Millet).

En esta línea, recientemente surg una polémica con el certamen de Miss Perú, las concursantes del certamen de belleza en vez de indicar sus medidas, dieron datos sobre la violencia de género del país. A simple vista, podríamos pensar que se trata de una estrategia feminista, pero como bien citamos arriba, son las coartadas que usa el patriarcado precisamente para negar la opresión del género.
Analicémoslo detenidamente. El concurso de belleza es una estrategia de consentimiento, son las propias mujeres las que acceden voluntariamente a los mandatos patriarcales (cánones de belleza, sexualización, juventud, feminidad), en ningún caso es una herramienta que dé poder a las mujeres, todo lo contrario, beneficia al patriarcado otorgándole un rostro amable.
Como bien indicó Audre Lorde:Las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo", y es que el amo nos lleva mucha ventaja.
Esta es una estrategia de crisis (ante la pérdida de privilegios o poder del sistema patriarcal). Las feministas peruanos han logrado, en los últimos años, mostrar que el sistema ha sido cómplice de feminicidios: las mujeres se ven obligadas a abortar clandestinamente poniendo en riesgo su vida, lo que implica una coerción en su contra. Es el caso de Evelyn Beatriz Hernández Cruz, quien fue condenada a 30 años de cárcel por aborto, y la increíble condena motivó una cadena mundial de protesta, o las víctimas de las esterilizaciones forzadas en el Perú de Alberto Fujimori. La ONU manifesto su preocupación por la situación de los derechos humanos de las mujeres en Peru, la ley contra la violencia de género no contempla la violencia psicológica como violencia de género, lo que dificulta las denuncias y protecciones de las mujeres.Y esto ha suscitado un debate en torno a la pena de muerte en Peru, totalmente contradictorio al movimiento feminista que esta en contra de la pena de muerte.
Jessica Newton indica que regresa al certamen con esta estrategia para empoderar a las mujeres, pero, si analizamos desde los conceptos antes expuestos: ¿mo podemos empoderarnos con las herramientas que nos oprimen? Pues, no podemos, esto no es, simplemente, una estrategia de marketing para ofrecer otra realidad de los certámenes de belleza.

Es un estrategia del sistema patriarcal peruano, para ofrecernos un patriarcado de consentimiento donde el Estado se "preocupa" por la opresión de las mujeres. El opresor consigue que la oprimida acceda de nuevo a los mandatos patriarcales, si no podemos luchar contra el patriarcado, nos adaptamos a sus estrategias y lo suavizamos con falacias de empoderamiento femenino.
Pero, somos las feministas las encargadas de frenar las estrategias del neomachismo, señalarlas como opresivas e informar al resto de mujeres que para nada son igualitarias, sino que nos vuelven a posicionar una y otra vez en los roles patriarcales.
Lo mismo ocurre con la prostitución, ahora se le llama trabajo sexual y se habla de la libertad de decisión de las mujeres sobre sus cuerpos, cuerpos que son utilizados para los privilegios masculinos. De nuevo, aparece la imagen de esas mujeres útiles coartadas del patriarcado para negar la discriminación de género, que sirven de referencia a otras mujeres para que sigan voluntariamente accediendo a los mandatos patriarcales.
Debemos de salir de esa violencia cíclica, donde volvemos una y otra vez a perder contra el patriarcado, identifiquemos, pues, cuando lo tenemos frente a nuestros ojos, al patriarcado con piel de feminismo.

Recomendaciones de lecturas:
Política sexual de Katte Millet
Neoliberalismo sexual: el mito de la libre elección de Ana de Miguel

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